El porqué de la regulación...

panorámica desde un vivac pedricero

Hasta hace unos años los practicantes de la escalada eran unos pocos. En los ochenta se pusieron de moda los deportes y las actividades de montaña entre ellos el escalar dando como resultado una mayor afluencia de gente al campo. Senderistas, caminantes, paseadores, buscadores de setas, cazadores, pescadores, avistadores de pájaros, reconocedores de árboles, buscadores de plantas medicinales y escaladores tomaron al asalto el olvidado monte. Los caminos recobraron vida, se adecentaron chozos, fuentes, parrillas y merenderos. Carreteras de montaña tuvieron su trazado en estos años para una mayor comodidad de las variadas gentes que las transitan. Los bosques comenzaron a pisarse y las especies a extinguirse como consecuencia de la presencia humana fuera de su habitat. Con todo este desolador panorama se añadieron normas a cumplir en los espacios protegidos. Hay que pedir cita, visitarlos en un horario, circular sin salirse de las sendas, no dar de comer a los animales, etc.
Con la escalada pasa parecido a cualquier actividad que se practica en un espacio público. En cuanto hay una mayor afluencia de usuarios debe ser regulada para evitar follones y discrepancias varias. Típica actitud humana. La multitud arrasante. Somos así, no podemos evitarlo. En cuanto nos dan la mano cogemos el codillo pal cocido.
Qué ocurre? Pues que hay unas normas no escritas que en general no respetamos. Que somos capaces de pasar por encima de quien sea para imponer nuestro criterio o nuestra opinión. No tenemos respeto por las aperturas anteriores y somos capaces de pisarlas para meter con calzador nuestra vía flamantemente parabolizada. Amén de la variedad en la calidad de los anclajes a los que todos atribuimos una elevada seguridad que en algunos casos no es real produciendose situaciones de riesgo objetivo, concreto y real.
Si dicha situación la trasladamos a un espacio protegido como el galayar, donde tradicionalmente se practica la escalada de autoprotección, el resultado es una posibilidad de añadir multitud de líneas brillantes por doquier y por consiguiente el abandono de la práctica de la escalada clásica en dicho lugar.
En la Pedriza el problema aumenta por la cercanía de la ciudad y se traduce tanto en la variable calidad de los seguros, y las vías de nueva introducción, como en la distancia respetada entre las mismas, o el aumento de basura en los caminos, fuentes, praderas y pies de vía, el abandono de los nidos y en general cualquier consecuencia por el aumento de personal activo circulante.
Si las medidas de control de número de coches y horario son insuficientes puesto que los practicantes de la escalada entramos con la hilti por donde nos da la gana, pues es necesario algo más... y no miro a nadie.