A Benedetto Uomo le estuvieron sacando a escalar durante un interminable año. Un año aguantandole tol viaje en el asiento trasero del coche. Un año escuchándole contar sus interesantísimas historias en todos y cada uno de los vivacs o de los refugios. Un año dándole agua y lumbre, porque Benedetto fumaba en aquel tiempo y jamás llevó cantimplora ni tabaco de sobra. Siempre se le acababa al poco de empezar la actividad. Un año en el cual subió a los más importantes riscos de la geografía española. Gordito de complexión no era plan llevarle a Alpes. Un año en el cual le subieron al Ponoch, al Campana, al Picu, al Caball Bernat por varias caras. Incluso hizo A3+ de segundo.
Llegó el día en el que tuvo que escalar de primero. Por fín. Era como cuando los toreros toman la alternativa de manos de Antoñete. La vía elegida fué la Walkiria del yelmo y en el segundo largo con la chapa en el tobillo se cagó. No pudo continuar a pesar de los ánimos que desde las vías cercanas le daban sus compañeros.
Vaya cuadro. Y el padre de Benedetto abajo en la fuente observando la escena. "Es que tu hijo no vale para escalar" le espetaron...
Y era verdad, no valía...
Pues el mundo está lleno de Benedettos que van como rémoras en sus actividades cotidianas.
Yo soy uno Emilín, yo soy uno. Aunque creo que lo peor está en no reconocerlo.
ResponderEliminarAbrazos.
I
Al final yo creo que en estos casos la motivación es lo más importante...a mi me subió a la cima del yelmo...no digo más...
ResponderEliminarBenedetto Uomo existe realmente... vivaqueó en la Cepeda el verano pasado...
ResponderEliminarLa Cepeda parece la pensión del Sopapo
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